Las fábulas de Esopo
Llegado el invierno, un labrador encontró una víbora helada de frío. Apiadado de ella, la recogió y la guardó en su pecho. Reanimada por el calor, la víbora, recobró sus sentidos y mató a su bienhechor, el cual, sintiéndose morir, exclamó:
-¡Bien me lo merezco por haberme compadecido de un ser malvado!
Que un animal no cambia su naturaleza.
Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo:
-- Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo. Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo, suspirando dijo:
-- ¡ Qué mala suerte tengo ! ¡ Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la piel del asno encima !
Si te lo dice es por algo.Por no hacer un favor tuvo consecuencias.
Se jactaba un oso de amar a los hombres por la razón de que no le gustaban los cadáveres. La zorra le replicó:
-- ¡Quisieran los dioses que destrozaras a los muertos y no a los vivos !.
Si algo es útil no lo destrozes.
Cayó una mosca en una olla llena de carne. A punto de ahogarse en la salsa, exclamó para sí misma:
-- Comí, bebí y me bañé; puede venir la muerte, no me importa ahora.
Que uno vez hecho los actos que quisiera le daba igual lo que le pudiera pasar.
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